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Sobre Vejer de la Frontera, sus monumentos, restaurantes, bares, paisajes, gastronomía y cultura he escrito ya en varias ocasiones, y el día de ayer me brindó la oportunidad de volver a hacerlo. Fuimos a visitar los Molinos de agua ubicados en Santa Lucía, molinos que pertenecieron a los Duques de Medina Sidonia. Aprovechando el desnivel del terreno el agua bajaba con fuerza suficiente para mover las piedras de los molinos y éstos, a su vez, producir harina.
Están en un lugar precioso, verde en cualquier época del año, por el que solo pasear es una delicia, y a la vez se puede ver lo que queda de esos molinos y divisar unas vistas espectaculares.
Antes de visitar los molinos fuimos a Etú Vinos, donde Ute Mergner nos recibió con la amabilidad y simpatía que la caracteriza.
Para los que no conocían sus vinos, que nos dio a probar, y sus instalaciones fue todo un descubrimiento. Ya habíamos estado con anterioridad y pudimos deleitarnos con las vistas que se divisan desde allí, y en esta ocasión de nuevo nos sentimos entusiasmados.
Sus vinos cada vez cuentan con más adictos, el Blanco elaborado con Sauvignon blanc.
El Rosado, de un color rojo rubí a diferencia de otros rosados más pálidos.
El Tinto Sonrisa con un 30% de uva Tintilla de Rota, estupendo.
Y el Son, más especial, elaborado principalmente con uva Merlot y del que ya está vendida toda la producción.
Después de la visita a los molinos era hora de reponer fuerzas y nos dirigimos a Vejer donde en el Mesón restaurante Pepe Julián comimos estupendamente.
Ya su ensaladilla había sido alabada en Cosas de Comé, y por supuesto la probamos.
Champiñones al ajillo, que nos recomendaron no dejar de probarlos, y con razón.
Revuelto de espárragos trigueros con gambas
Este pescado es muy parecido al cazón y al marrajo, y en filetitos está buenísimo.
Y unos chuletones de Retinto castrado con una carne tierna y buenísima
Tras la comida un café con pastelitos en La Exquisita de Galván, lugar de obligada visita para endulzar el día.
Ya habíamos comprado vinos en Uté Vinos, pero nos faltaba el exquisito Vino de naranja de Bodegas Gallardo, así que, aunque ya era tarde, fuimos a la tienda en la carretera de Barbate y nos vinimos de vuelta con algunas botellitas.
De nuevo Vejer con su gente, su gastronomía, sus vinos y su entorno maravilloso nos ha hecho pasar una jornada inolvidable.
FUENTE : Lola López de la Orden
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