La aparición de varias bodegas familiares impulsadas por jóvenes enólogos revoluciona la producción de vinos tintos en la provincia con la aparición de productos de alto nivel
Texto: Pepe Monforte
Cada semana tratan de reunirse para conocerse, visitar las viñas y para hablar y catar vinos. Se les nota que más que un negocio lo que tienen es una pasión y la viven en todos los sentidos. El perfil de estas nuevas bodegas que están surgiendo en la provincia de Cádiz se repite: empresa familiar con alguna vinculación con el vino, producciones pequeñas, apuesta por la calidad y la innovación y presencia de jóvenes enólogos, muchos de ellos formados en la propia Universidad de Cádiz. La mayoría de ellas se ubica en Jerez o en la Sierra de Cádiz aunque también están surgiendo proyectos en zonas hasta ahora inéditas en la producción de vinos tintos como Vejer o en Setenil de las bodegas, una población que estuvo vinculada a los vinos y que vuelve ahora a recobrar protagonismo.
El proyecto de todos ellos es realizar productos de calidad, en muchos casos vinculados a un movimiento pujante en el mundo del vino como son los llamados vinos de autor en el que el enólogo y los viticultores condicionan mucho el resultado final con las combinaciones de diferentes tipos de uva o con la decisión del momento exacto de la recolección. Las expectativas en el sector son altas. Victor Palacios, profesor de la Universidad de Cádiz, del departamento de Tecnología de los Alimentos, especialista en enología y profesor de algunos de estos enólogos no duda en señalar que “de estos pagos van a salir productos de gran calidad, innovadores y que van a dar que hablar en el mercado”.
Bodega Luis Pérez
Guillermo Pérez tiene 27 años. Le gusta que le llamen Wily. A diario recorre la finca del Cerro del Corchuelo, situada a unos 3 kilómetros de Jerez. En ella trabajan también Fátima, Miriam y Marta, sus hermanas y en el proyecto también participa su madre Chari Vega y, por supuesto, su padre, el catedrático Luis Pérez de la Universidad de Cádiz. Es el máximo responsable del prestigioso departamento de Tecnología de los Alimentos y su opinión en materia de vinos es más que respetada en este complicado mundo.
El vino siempre se ha vivido en la casa de los Pérez Vega hasta el punto de que los almuerzos o las cenas de la familia parecen más bien consejos de administración de la bodega porque no se habla de otra cosa. Por si fuera poco el abuelo materno tenía una bodega de almacenaje de vinos de Jerez en la calle Cazón.
Sus nietos han apostado por los tintos. En el finca hay plantadas uvas tempranillo, la típica de los vinos de Rioja, cabernet sauvignon, merlot, syrah y, la gran apuesta de la familia, la petit verdot, una uva que hasta ahora no se había plantado en la zona, utilizada en vinos franceses y que se aclimata a la perfección al clima del Sur de Andalucia.
Los Pérez han hecho un vino monovarietal realizado solamente con este tipo de uva y que piensan sacar al mercado en las próximas semanas. Hasta ahora los resultados de este vino en las catas ha sido más que esperanzador y expertos del sector señalan que será “un producto a seguir”. La idea de la bodega es sacar al mercado proximamente otros dos vinos tintos. “Samaruco”, un coupage de varias uvas con un año de crianza y “Garum”, un vino joven con 6 meses en barrica de roble.
De todos modos el proyecto de la familia no es sólo vender vino sino tratar de hacer llegar la cultura que hay en torno a el y sobre todo en una ciudad como Jerez, cuyo pasado y presente está vinculado directamente con él. La idea es transformar la finca en un proyecto de enoturismo con un centro de interpretación del viñedo en el que se puedan ver las diferentes plantaciones de las uvas y sus procesos de crianza. Asimismo pretenden montar un salón de celebraciones.
Guillermo Pérez se muestra muy ilusionado con el proyecto. Ha viajado y ha trabajado en Australia y California, dos zonas del mundo de clima parecido a Andalucía y donde se están elaborando los mejores vinos tintos del mundo. Este enólogo considera que el fenómeno puede repetirse, pero ahora en la provincia de Cádiz.
Cortijo de Jara
“Los vinos tintos no son algo nuevo aquí, ya los cultivaban los fenicios cuando estuvieron en la provincia”. Son palabras de Juan Ignacio García. Tiene 51 años y está especialmente contento porque en unas semanas saldrá al mercado su Cortijo de Jara Roble de 2007. Su empresa también es familiar. Trabajan junto a él su hermano José Ramón de 59 años y Rafael, el director general de la firma que tiene 61.
Esperan en unos días confirmar su primera exportación a un país europeo, no está mal para ser el cuarto año en que comercializan sus vinos que producen en una finca de Arcos aunque la sede de la empresa está en Jerez. De nuevo se repiten las mismas características. Apuesta por la calidad, “aunque somos conscientes de que esto no significa que los precios no sean asequibles, porque nuestros vinos tienen precios de mercado”, señala Juan Ignacio. Asimismo una fuerte tradición familiar, tanto que el padre de los García Angulo, José Ramón García Angulo, fue el primer presidente del Consejo Regulador del Jerez.
En su finca tienen plantado tempranillo, merlot y syrah y la dirección enológica de la bodega la lleva también otra joven formada en la Universidad de Cádiz, Susana Cruz García. El próximo proyecto de la bodega es lanzar al mercado un vino blanco, aunque será muy personal ya que no llevará nada de palomino, una uva presente en la mayoría de los que se hacen por la zona. La uva, llamada gewürstraminer, y que se cultiva en Alemania será la gran protagonista junto a una sauvignon blanc.
Familia Mateos
La familia Mateos también tiene su finca en las cercanías de Jerez. Su apuesta es un vino ecológico bautizado con el nombre de “Rey Habis”. Hace 7 años que plantaron su viña con uvas syrah y tempranillo. Tienen una hectárea plantada y su producción es pequeña: tres mil botellas al año que van numeradas y se tratan con el máximo cariño. Es de los pocos vinos ecológicos que hay en la provincia y es el primero que se hace en la zona de Jerez. Los Mateo también tienen tradición vinícola en la familia. El primero en dedicarse a ellos fue su bisabuelo y ahora sus biznietos quieren seguir en este tema “porque siempre nos hemos criado en el campo y es lo que nos gusta” señala. Ahora acaban de sacar la última añada “y estamos muy contentos con el resultado”.
Los García Saborido en Sanlúcar
En Sanlúcar está la familia García Saborido. Lo suyo, no cabe duda, es un proyecto con personalidad, viñedos de uvas tintas a poco más de 100 metros de la playa de La Jara. La teoría decía que era una labor dificil, que las vides no se desarrollarían bien a una distancia tan escasa del mar, pero nada de eso ha ocurrido. Carmen Romero García es perito agrícola y enóloga formada en la Universidad de Cádiz y señala que hasta ahora la cosa ha funcionado perfectamente y los viñedos con uvas tempranillo y merlot crecen a la perfección y dan frutos idóneos para la producción de vino. No duda, además, de que la cercanía del mar les da también su personalidad. Es verdad que su vino, que elabora en un proyecto que comparte con sus primos Rocío y Martín Romero García, tiene esta característica, la personalidad. Es el primer tinto que se produce en Sanlucar y hasta la etiqueta de García de la Jara, el nombre con que lo comercializan, es diferente ya que está presidida por un sombrero. Es el homenaje de estos nuevos viticultores al abuelo Paco que fue el primero en dedicarse al tema del vino en la familia.
Los García Saborido tienen una hectárea de viñedos plantados. El proyecto lo iniciaron hace 8 años y ahora van a plantar media hectárea más para ampliar el proyecto. Experimentan con nuevas uvas como la petit verdot o la tannat, hasta ahora inédita en la zona.
García de la Jara se comercializa fundamentalmente en la provincia pero ya han realizado una pequeña exportación a Méjico y esperan hacer lo mismo en el futuro con otros países.
Compañía General de Vinos de Cádiz
A personalidad tampoco le gana otro de los proyectos presentes en esta nueva tendencia de los vinos tintos de autor en la provincia. Fine Tempo, el vino de la Compañía General de Vinos de Cádiz, descansa en unas cuevas de Zahara de la Sierra. Su comercialización, con tan sólo 1500 botellas, comenzará en los próximos meses y las esperanzas puestas en él son grandes dado los buenos resultados obtenidos en las catas realizadas hasta el momento.
Para desarrollar el proyecto de Fine Tempo y otros vinos que lanzará la compañía procedentes de las antiguas bodegas Regantío Viejo de Arcos, la empresa ha apostado alto y ha fichado a un joven enólogo gaditano,Miguel Gómez, de 35 años. Titulado en Enología por la Universidad de Cádiz ha completado sus estudios en California y luego ha trabajado con Alvaro Palacios, uno de los gurús actuales del vino en España y el que llevó a la fama los vinos del Priorato, desconocidos hasta la década de los 90.
Victor Palacios, profesor de la Universidad de Cádiz, resalta esta presencia de jóvenes profesionales relacionados con la titulación de Enología que se imparte en la facultad de Ciencias de Puerto Real. En este sentido resalta que en la mayoría de los casos el enólogo que encabeza el proyecto técnico está formado en la zona. Muchos, además, destaca el profesor, han viajado para formarse y ahora llegan con ideas innovadoras.
No cabe duda de que no se trata de un fenómeno de coincidencias sino que estamos ante un movimiento nuevo en la provincia de Cádiz donde se apuesta por nuevos productos en un campo hasta ahora copado por los jereces.
Publicado el Jueves, Abril 30, 2009 por COSAS DE COMÉ
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